¿Y para qué poetas?

«O futuro», de Abraham Gragera

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«Veleta». // Autor: Manuel.

No hay más que asomarse apenas un instante por la ventana para ver que mucho de lo que brilla tiene polvo; es más, incluso podemos atrevernos a decir que su constitución ontológica es el mero polvo. Y entonces todo queda en suspenso para plantearse la pregunta formulada por Martin Heidegger en su famoso texto ¿Y para qué poetas?

Si el mundo se cae a pedazos a distintas velocidades, ¿cómo seguir? ¿Hacia dónde mirar si ya no hay un referente (o, al menos, un referente claro)? O futuro, de Abraham Gragera, representa dos posibilidades: jugando con el título, y aun a riesgo de traicionarlo, como «cero futuro», o representando una disyunción como «O futuro» ante la nada.

La cita que encabeza el cuarto poemario del autor madrileño, tomada del también poeta Stephen Spender, condiciona el significado de lo que va a venir después: «Y quizá la esperanza iba por un camino / que no teníamos costumbre de mirar».

Estos poemas recogen temas como la infancia y la muerte (es decir, el pasado y el futuro), la identidad, la cotidianeidad, la necesidad del cuidado de lo ente como realidad inmediata a la que accedemos con toda su brutalidad. El cuestionamiento del tiempo desde la temporalidad misma. ¿Cómo hablar de poesía? ¿Qué decir? Posiblemente nada, de ningún modo. Únicamente leyendo, con especial cuidado, perfilando la posición en y ante el mundo.

La poesía es una apuesta ética, estética y, claro, ontológica. Y nos volvemos a preguntar: ¿y para qué poetas? Quizás la (no) respuesta esté en la fisura interna del verso que solo nosotros, en nuestra impenetrable soledad, podemos mantener viva.●

1 Comentario

  1. […] Si el mundo se cae a pedazos a distintas velocidades, ¿cómo seguir? ¿Hacia dónde mirar si ya no hay un referente (o, al menos, un referente claro)? O futuro, de Abraham Gragera, representa dos posibilidades: jugando con el título, y aun a riesgo de traicionarlo, como «cero futuro», o representando una disyunción como «O futuro» ante la nada. (Texto completo en Cuatro Ojos Magacín) […]

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