A medida en que uno se hace mayor, se produce un doble movimiento en su configuración del mundo.
Por un lado, está lo que (por inercia o no) sucede una y otra vez. Basta con salir a la calle para ver los mismos edificios, mantener rutinas cotidianas o saludar a las personas que siempre caminan por delante del portal. Es la repetición.
Por otra parte, están los huecos que quedan entre cada fragmento de repetición; es decir, los olvidos. La desaparición de una gran parte de nuestra vida que huye de nosotros porque, quizás, es demasiado simple, excesivamente banal.
Pero entre estas dos vías aparece algo que las conecta. Puede surgir de cualquier repetición o del límite de cualquier olvido: son los recuerdos. Un objeto, un olor o una deliberada articulación idéntica de palabras permiten establecer esta conexión que pasa a ser, no ya la cosa misma, ni el instante, sino su diferencia.
De esta forma puede leerse Me acuerdo (Impedimenta), del gran Georges Perec, que, con dos sencillas palabras, posibilita el despliegue de todo un mundo poblado de pequeños matices con el fin de condensar, como si de una lista se tratase, una vida. Pero no recolección de apuntes en el sentido habitual, sino que su constitución es claramente rizomática.
Lo que parece una simple anotación es la punta de un iceberg que esconde, quizás, una infancia («Me acuerdo del algodón dulce de las ferias»); una moda («Me acuerdo de la moda de las trencas»); literatura y cine («Me acuerdo de Carolina querida ―del libro y de la película―»), o la diferencia en la repetición ―«Me acuerdo de la línea de metro Invalides-Porte de Vanves. Era la más corta de París. Y ahora es un tramo de la más larga»―.
Un mundo fragmentado, como la memoria, aunque creador, posibilitador de sentidos, de relecturas y de nuevas perspectivas que mantiene una sencilla estructura, pero que es uno de los ejemplos más claros de lo que un objeto simple, como es un libro, puede hacer: establecer unas complejas conexiones con la realidad.●
[…] Por otra parte, están los huecos que quedan entre cada fragmento de repetición; es decir, los olvidos. La desaparición de una gran parte de nuestra vida que huye de nosotros porque, quizás, es demasiado simple, excesivamente banal. (Texto completo en Cuatro Ojos Magacín) […]